España necesita mejorar notablemente aspectos como las “oportunidades directivas a mujeres”, donde ocupamos el puesto 112 de 125, según la sexta edición del Índice de Competitividad por el Talento Global (GTCI), elaborado por Adecco junto a la escuela de negocios Insead y la agencia Tata Communications.
Los rápidos avances en la tecnología digital están redefiniendo nuestro mundo. Pero la transformación digital no siempre se entiende bien, y esta falta de comprensión ha fomentado una serie de mitos que oscurecen el camino para hacer realidad su potencial de creación de valor. En las últimas décadas, se ha considerado que el talento empresarial es fundamental para el desarrollo de ecosistemas de innovación dinámicos, y ha hecho que las pequeñas y medianas empresas, incluidas las de nueva creación, se centren en él.
Los análisis contenidos en este informe subrayan la opinión de que el talento empresarial es igualmente importante para las organizaciones más grandes y maduras, tanto públicas como privadas. Los distintos capítulos apuntan a la evolución reciente en este campo aún poco explorado (al menos por los economistas) y sugieren formas en las que la escena del talento global podría verse afectada por la forma en que se está creando, detectando, atrayendo y alimentando el talento empresarial en todo el mundo. Más importante aún, tales análisis y contenido contextual indican las formas en que las empresas, naciones y ciudades pueden tomar medidas para aprovechar al máximo un recurso que es a la vez escaso y ampliamente distribuido.
El índice GTCI se centra en la capacidad de los países para gestionar el talento a través de la atracción, crecimiento y retención del mismo. Además, diferencia entre dos niveles de talento, que se resumen en habilidades de nivel medio (laborales y de vocación) y habilidades de nivel alto (o de conocimiento global).
Bajo el título «Diversidad para la Competitividad», el informe del año pasado analizó cómo la diversidad desempeña un papel muy importante en la vinculación de las políticas de talento con las estrategias de innovación. Por lo tanto, era natural que el GTCI de 2019 se centrara en el talento emprendedor y la competitividad global, que tiene como objetivo promover el debate actual en torno al talento emprendedor, para lo que ofrece enfoques y herramientas prácticas para aprovechar al máximo el potencial de las personas y los equipos, como motor y base de la innovación, el crecimiento y, en última instancia, la competitividad; entendiendo que el talento emprendedor no puede reducirse a una cualidad innata de los fundadores y líderes de empresas de éxito. Por el contrario, puede considerarse como una contribución al crecimiento, la innovación y la creación de empleo.
Ante este panorama, el motivo de la elección del ‘talento emprendedor’ como tema del informe del GTCI de este año era clara, ya que se trata de un componente crítico de la competitividad y la innovación, y lo será todavía más en un mundo que evoluciona rápidamente y que sigue combinando la digitalización y la globalización.
Para Gordana Landen, CHRO del Grupo Adecco, «centrarse en el talento emprendedor es fundamental para fomentar la competitividad y la innovación que exige el mercado actual, que evoluciona a una rapidez de vértigo, donde la globalización y la digitalización imponen un elevado ritmo y para alcanzarlo son necesarios nuevos enfoques, herramientas, prácticas”.
¿Cómo definimos el talento emprendedor? ¿De qué manera se interrelacionan el talento emprendedor y la competitividad, qué problemas plantea esto para los responsables de las decisiones políticas?, ¿qué dicen los datos actuales del GTCI sobre la evolución global del talento emprendedor? Estas son algunas de las preguntas que subyacen a este informe.
España en el ránking
España, con una media de todas las variables analizadas de 52,85 puntos (2,06 puntos menos que un año atrás), ocupa el puesto 31 del ranking de 125 países analizados por el GTCI, mejorando mínimamente su posición relativa con respecto a 2018, cuando estaba en el puesto 31 de 119 países. Además, se encuentra entre los países clasificados como de renta elevada (según datos del Banco Mundial) cuya puntuación media para este grupo es 59,93 puntos (muy similar al índice de 2018, de 60,92).
Inmediatamente por encima de España figuran países como Corea del Norte (30), Eslovenia (29), Portugal (28), Malasia (27), Malta (26) y la República Checa (25). En cambio, nuestro país figura por delante de otras naciones como Chile (32), Chipre (33), Costa Rica (34), Lituania (35), y Brunéi (36).
Un año más, el ránking está liderado por Suiza, Singapur y Estados Unidos que preceden a Noruega y Dinamarca. Y lo cierran naciones como Burundi, el Congo y Yemen. El GTCI de 2019 revela que los diez primeros países tienen varias características clave en común y comparten una muy importante: todos tienen un sistema educativo bien desarrollado que proporciona las habilidades sociales y de colaboración necesarias para la empleabilidad en el mercado laboral actual. Además, todos ellos cuentan con un panorama regulatorio y empresarial flexible, políticas de empleo que combinan flexibilidad y protección social y gozan de apertura exterior e interior.
Si atendemos a los países europeos que conforman el análisis, España se sitúa en la posición 20 sobre 37 países europeos analizados (baja una posición con respecto a 2018), superando a naciones como Lituania, Letonia, Italia, Eslovaquia, Polonia, Grecia, Rusia, Montenegro, Hungría y Bulgaria.
Aun así, España se encuentra en una buena posición en comparación con el resto de países de Europa (ya que el 54% de ellos -respecto al 49% en 2018- ocupa una posición inferior en el ránking. Sin embargo, su posición no es tan buena respecto a los países de renta elevada (solo el 40% de ellos ocupa un puesto inferior, porcentaje que mejora desde el 36% de un año atrás).
Posición global en el GTCI: España
Comparada con otras regiones de fuera de Europa, los resultados de España son más favorables. En particular, ocupa una posición superior a la de todos los países de América Latina, Asia central y meridional y del África Subsahariana. En América Latina, Chile se sitúa cerca, en el puesto 32. En el norte de África y Asia occidental, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar e Israel ocupan posiciones superiores. Eso sí, como se previó el año pasado, España se ha quedado rezagada por detrás de países emergentes de Asia como Malasia o Corea del Sur.
Así, dentro de los seis pilares que se analizan en el Índice de Competitividad por el Talento Global, España obtiene unos resultados relativamente buenos en el pilar de «Retención», puesto que ocupa posiciones elevadas respecto a la sostenibilidad y el estilo de vida y en el de «Habilidades de conocimiento global», es decir, nuestro país cuenta con población con educación superior e investigadores, mientras que el pilar de «Habilidades profesionales y técnicas» representa uno de sus mayores desafíos de futuro (en él se incluyen habilidades de nivel medio y empleabilidad: facilidad para encontrar empleados cualificados, relevancia del sistema educativo para la economía, etc.).
El talento emprendedor: crítico para reducir la desigualdad
Una de las paradojas que rodean al talento emprendedor es que es un recurso tanto limitado como ampliamente repartido en todo el mundo. Las diferencias en el rendimiento (tanto entre negocios como entre economías nacionales) indican a menudo carencias en ambos ámbitos que deberían contribuir a su desarrollo y a una mejor distribución en las economías y sociedades.
El talento emprendedor se define como una combinación de competencias que pueden medirse, desarrollarse y aprovecharse mejor, y no puede reducirse exclusivamente a los rasgos de personalidad. Por tanto, es especialmente importante el fomento del talento emprendedor en las economías más pobres y de rápido crecimiento para contribuir a la reducción de las desigualdades de talento entre países ricos y pobres. Además, hay que tener en cuenta que convertirse en emprendedor puede ser una elección (o ambición) en los países desarrollados, pero en entornos más pobres, muchas veces, es simplemente una necesidad de supervivencia.
Un elemento clave en la mejora de la competitividad por el talento es promover el tipo de emprendimiento necesario en la economía del conocimiento actual, es decir, aquel con ganas y capacidad para moverse, adaptarse e innovar.
Diferentes variables de GTCI ponen el foco en este tipo de talento y tras analizarlos, algunas de las conclusiones que pueden extraerse son:
1) Las desigualdades en el talento se están incrementando: Si repasamos las ediciones anteriores del GTCI y comparamos los datos disponibles en el tiempo, llegamos a la conclusión de que el espacio que separa a los líderes en talento del resto, más que reducirse, ha ido creciendo. La correlación estadística entre los ingresos per cápita y el rendimiento del talento sigue siendo alta, aunque algunas regiones parecen enfrentarse a problemas continuos para identificar puntos de entrada a la competitividad por el talento (este es el caso de la mayoría de economías en el África subsahariana y de algunas de las menos desarrolladas en otras partes del mundo) o están viviendo una erosión progresiva de su base de talento (como es el caso de Latinoamérica y, particularmente, del Caribe).
2) Los problemas relativos al talento se han convertido en una preocupación común para empresas, países y ciudades: el simple hecho de que la base de datos del GTCI ha aumentado su cobertura y calidad solo es una de las pruebas que demuestran que todos los tipos de empresas (privadas y públicas, estatales o no) han dedicado importantes recursos y energía a identificar formas de medir el talento y los aspectos relacionados con este. Pero, lo que es más importante, la relación de causalidad inversa está ganando visibilidad e importancia, lo que quiere decir que los análisis y evaluaciones no solo se llevan a cabo para medir cómo las economías más ricas y mejor dotadas fomentan el talento, sino, cada vez más, para medir el impacto del rendimiento del talento en otros objetivos más amplios como el crecimiento, la creación de empleo y la innovación.
3) El talento emprendedor puede tanto ampliar como reducir desigualdades: este desempeña una función esencial en las empresas más pequeñas (críticas en la creación de empleo, especialmente en las economías en desarrollo) y start-ups y empresas unicornio (claves para la innovación). Aun así, análisis como el del GTCI, además de pruebas recientes del ámbito empresarial y económico, muestran que el talento emprendedor cumple también funciones críticas en empresas más grandes e incluso en gobiernos. Todos los componentes del ecosistema de innovación necesitan ahora esforzarse más por atraer, fomentar y retener más talento emprendedor. Este talento debería considerarse como un estado mental que puede desarrollarse, mejorarse y fomentarse con una combinación de políticas, incentivos y enfoques de gestión que deberían adaptarse al contexto específico de cada país.
4) Están surgiendo nuevos enfoques para estimular el talento emprendedor: estos incluyen sistemas de gestión totalmente diferentes, algunos de los cuales no se han originado en los países en los puestos más altos del GTCI. Estos enfoques reconocen que el talento emprendedor no es un recurso homogéneo o fungible: una estrategia eficiente de talento emprendedor necesita reflejar las etapas típicas del ciclo de vida de una empresa (start-up, ampliación, llegar a ser una parte importante de un sector o lugar concreto) y requiere tácticas nuevas en cada paso; tácticas que todavía tienen que reflejarse totalmente en los planes de estudios y prácticas de instituciones educativas existentes, incluidas las escuelas de negocios.
5) La digitalización y la globalización aumentarán las funciones del talento emprendedor: dado que el futuro del trabajo se verá profundamente afectado por la amplia propagación de la inteligencia artificial (alimentada por el internet de las cosas, el big data y el aprendizaje profundo), la proporción de trabajadores asalariados seguirá disminuyendo y el número de agentes independientes, aumentando. Simultáneamente, surgirán nuevos modelos de negocio (especialmente en el contexto de una economía de plataformas), lo que dará lugar a nuevas formas de extraer y compartir valor a partir de la información. Un contexto empresarial y económico tan fluido favorecerá claramente a aquellos países y empresas que tengan la capacidad para movilizar los talentos emprendedores correspondientes.
6) Las ciudades tendrán papeles cada vez más importantes como centros de talento emprendedor: dado que el talento emprendedor está estrechamente relacionado con la innovación, el desarrollo y la gestión de ecosistemas dinámicos (y abiertos) será una parte cada vez más importante en la creación de una cultura y un estado mental emprendedores. La función crítica que ya desempeñan las ciudades y regiones que establezcan incubadoras y aceleradoras de empresas será cada vez más importante. Actualmente, la mayoría de las ciudades tienden a definir estrategias de talento en torno a criterios similares (calidad de vida, conectividad y sostenibilidad, por ejemplo); son muy pocas las que se centran en el talento especializado vinculado a problemas locales concretos o asuntos municipales habituales (gestión de residuos, transporte e inclusión, entre otros), pero se espera que esto surja rápidamente, especialmente en lo relativo a estrategias de ciudades inteligentes, donde el talento emprendedor será también un activo clave.